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13 sept 2011

La revolución de los monetes.


Aunque haya pasado ya más de un mes desde su estreno, no es tarde para hacer una doble reivindicación de El origen del planeta de los simios, la mejor película del verano de 2011 junto a la injustamente vapuleada e incomprendida Super 8. Por un lado, les traigo este artículo publicado en el número más reciente del periódico Crónicas de un Pueblo, en el que hablo (de manera algo superficial, bien es cierto, pero recuerden que el espacio es limitado...) de la parte política y social de la película, y por otro, una crítica más convencional en la que me centro en la parte cinematográfica (la cual pueden leer pinchando aquí). Si todavía no han visto la película de los monetes, aprovechen que todavía está en cartel y no pierdan el tiempo. Para los que todavía dudan, aquí va el primer post:

   Puede que alguno se preguntara qué necesidad había ahora de retomar la saga de ‘El planeta de los simios’ con una película más. Pero resulta que esta precuela titulada ‘El origen del planeta de los simios’ no ha podido llegar en un momento más adecuado. Basada en una novela del francés Pierre Boulle publicada en 1963, la película original dirigida por Franklin J. Schaffner en 1968 se convertía en todo un reflejo de los miedos de su época, recogiendo los temores provocados por la Guerra Fría, la Guerra de Vietnam, el auge del movimiento Hippie y las revueltas sociales originadas en el famoso Mayo del 68. Se palpaba entonces una desconfianza total en la raza humana como especie y se temía que nuestra hegemonía sobre el planeta llegaría a su fin a no ser que cambiara nuestra actitud grupal. La envoltura de gran espectáculo de aventuras y ciencia-ficción protagonizado por Charlton Heston atrajo al público y el éxito de la cinta dio pie a cuatro secuelas: ‘Regreso al planeta de los simios’ (1970), ‘Huida del planeta de los simios’ (1971), ‘La rebelión de los simios’ (1972) y ‘La conquista del planeta de los simios’ (1973), además de dos series de televisión (una de ellas de dibujos animados) y un remake dirigido por Tim Burton en 2001. 
   Quizá por todo ello parecía que la novela de Boulle estaba sobreexplotada y que no tenía ningún sentido hacer una película más basada en ella, de no ser por cuestiones meramente económicas (recordemos que, a pesar de las malas críticas, el remake de Tim Burton recaudó 360 millones de dólares en todo el planeta y costó 100). Pero, sin obviar estas motivaciones mercantiles, resulta que ‘El origen del planeta de los simios’ ha llegado en el momento oportuno, estrenándose en un contexto sociopolítico que recuerda al que se vivía en 1968, cuando llegó a los cines la primera entrega de la saga. Viendo a estos simios oprimidos por la intolerancia, por las fuerzas de la ley, por oscuras corporaciones científicas que les someten a experimentos, y la forma en la que se rebelan contra el sistema, resulta muy difícil no pensar en Los Indignados, en los laicos, en las revueltas juveniles de Londres y Egipto… Así, salvando las barreras industriales, casi haciéndonos olvidar que es un juguete veraniego de Hollywood, ‘El origen del planeta de los simios’ puede ser entendida como una película que refleja muy bien el estado de las cosas, utilizando su apariencia de superproducción fantástica veraniega para hablarnos de lo que está ocurriendo en el mundo a día de hoy. Y, para colmo, funcionando a las mil maravillas como espectáculo y como entretenimiento, erigiéndose como uno de los títulos más estimulantes y satisfactorios de los últimos meses a nivel puramente lúdico. A algunos se les llena la boca hablando de “cine inteligente”, pero reniegan del placer de la simple (y jugosa) evasión cinematográfica. No me sean así y vayan a ver algo inteligente y divertido al mismo tiempo. Vayan a ver a los monetes cabreados, identifíquense con ellos y griten “¡NOOOO!”.

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