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30 dic 2005

'Ouija'

(Ouija. Juan Pedro Ortega García. España. 2003. 99 minutos) Después de la sequía ochentera, en los últimos años hemos visto aparecer en España una serie de películas que, con mayor o menor fortuna, han intentado adentrarse en un género tan poco respetado por la mayoría de los críticos como es el cine de terror. Aunque la verdad es que la mayoría son de una calidad más bien escasa o sólo parecen destinadas a los espectadores más desprejuiciados (como un servidor). Pero, sinceramente, prefiero este tipo de películas a otras más ambiciosas y mayoritarias como Los Otros o Darkness, demasiado interesadas en agradar al máximo público posible como para resultar genuinamente divertidas y disfrutables por los cinéfagos.

Ouija se situaría en ese nivel de películas independientes, rodadas con presupuestos bajísimos y con la única intención de hacer pasar hora y media de entretenimiento y sustos. En la línea de otras dos respetables muestras del reciente terror español, como son Memorias del Ángel Caído o La Biblia Negra.

Quizá su aspecto de película amateur (está rodada en digital, si no me equivoco), su reparto de actores y actrices semi-desconocidos y su falta de pretensiones hagan que gran parte del público sea incapaz de tomársela en serio, y la califique de inmediato y casi despiadadamente como "mala". Pero siempre he pensado que la vida real es una serie B, mi vida es una película de bajo presupuesto, y por eso estas producciones se me antojan más creíbles, más cercanas a una realidad sucia que poco tiene que ver con el refinamiento estético de las grandes superproducciones de terror. Los protagonistas de Ouija se parecen a gente que conozco, y he vivido sitauciones parecidas. De ahí que, al menos para mí, no cueste demasiado entrar en el juego que nos propone el director.

El argumento es muy sencillo, tanto que no hace falta explicarlo. Básicamente trata de unos jóvenes que contactan mediante la Ouija con un tal Audscias que comienza a amargarles la vida. En el escenario de un pequeño pueblo, los personajes cada vez se sienten más y más angustiados por los extraños hechos que les rodean, y que acaban con la muerte de varios de ellos. Pero la cinta no es un típico body-count. Es más, prima más la atmósfera que el gore (inexistente) y los sustos están muy bien insertados. Vale que los personajes no tengan demasiada profundidad y que el guión no sea para tirar cohetes (nunca ha hecho falta esto en el verdadero cine de terror adolescente), pero la verdad es que hubo momentos en los que me asusté, y llegué a sentir auténtica inquietud ante la manera inesperada en la que se presentan la mayoría de los elementos paranormales diseminados por la trama.

Si uno ve este tipo de cine mirándolo por encima del hombro, no hará más que sacarle pegas y dejar de disfrutarlo. Hay que ser generoso con películas así y no pedirle más de lo que puede dar con los recursos que tiene. A mí me convenció.


Publicado originalmente en Natural High. Notas desde el futuro: Con esta película conocí a la que se convirtió durante unos meses en una pequeña obsesión personal: Montse Mostaza, a la que luego vería en Crimen Ferpecto de Álex de la Iglesia y La Culpa de Narciso Ibáñez Serrador. Lamentablemente, parece que la carrera de la chica no terminó de despegar en el cine y lo último que hemos visto de ella (los que la hayan visto, vaya) ha sido su participación en la serie ¿Hay alguien ahí? de Cuatro. 

29 dic 2005

'House of the dead'

(House of the dead. Uwe Boll. Canadá / Estados Unidos / Alemania. 2003. 87 minutos) He aquí la única película que he visto hasta el momento de Uwe Boll, el terror de los fans de los videojuegos, ya que parece estar especializándose en destrozar buenas ideas: convierte estupendos videojuegos en pura basura cinematográfica.

Al menos, esa es la sensación que me ha dado tras ver esta cinta y los tráilers de otras dos de sus obras: Alone in the dark y Blood Rayne. Tiemblo al pensar que ya ha anunciado sus versiones de Fear Effect y uno de mis juegos favoritos: Far Cry (que está previsto que protagonice... atención... ¡Michael Paré!).

Este autoproclamado "nuevo Ed Wood" no tiene vergüenza alguna y lo deja bien claro con House of the Dead: tiene el morro de insertar en medio de las escenas de acción fragmentos sacados directamente del videojuego. Hablando de escenas de acción, éstas consisten en colocar a los actores sobre una tarima en la que hay una cámara giratoria que da vueltas a su alrededor a 140 kilómetros por hora. Es decir, un bullet-time cutre-salchichero. El efecto, sin embargo, es curiosamente llamativo. Eso sí, las primeras 30 veces... luego empieza a cansar un poco.

En el making-of de la película, Uwe Boll dice que el juego sólo consistía en disparar, así que tuvieron que añadirle un argumento. ¡Y qué argumento!: unos jóvenes van a una isla donde se celebra una rave party y se encuentran con montones de zombis creados por un antiguo sacerdote español (al menos, eso es lo que entendí yo dentro de tal desbarajuste). Un pozo sin fondo de originalidad, vamos.

Pero lo peor no es que no sea original (al fin y al cabo, lo que yo quería ver era una película de zombis y punto), sino que pretende serlo visualmente, a través de combates con acrobacias que demuestran lo mal que algunos han asimilado el éxito de Matrix, los ya mencionados insertos del videojuego y un plano que me provocó la carcajada, en el que, en medio de una persecución, Boll nos muestra un primer plano de un zombi corriendo detrás de uno de los protagonistas, filmado con el zombi agarrando la cámara que le enfoca y corriendo como un poseso. Es difícil de describir, pero la imagen es para cualquier antología del delirio cinéfago.

Y aquí está el punto positivo de la película: que es absoluta y conscientemente delirante. Al menos eso me gustaría pensar (ya que no me gusta pensar mal de la inteligencia de nadie). Sólo con mucha sorna alguien ha podido escribir (y firmar) diálogos como éstos:

- Has hecho esto para ser inmortal... ¿por qué?
- Para vivir eternamente.

O (en unas catacumbas que hay bajo la casa del cementerio):
- ¿Qué es esto?
- Deben ser unas catacumbas que hay debajo de la casa...

Como podéis ver, pura poesía.

Luego está Jürgen Prochnow... Pobre Jürgen... Tener que aguantar un chiste como éste por parte de uno de los jóvenes: "Mira, es el capitán de El Submarino".

En fin, que si uno es capaz de ver House of the Dead con ironía, seguro que es capaz de divertirse de lo lindo. Pero luego uno piensa en lo bien que hubiera estado este ¿argumento? en manos de un Lamberto Bava o un Lucio Fulci a principios de los años 80 y es para echarse a llorar...


Publicado originalmente en Natural High. Notas desde el futuro: una crítica un poco imbécil, puesto que no se puede burlar uno de lo que ya nace como chiste. A Uwe Boll no hay que criticarlo, hay que celebrar que tenga tanto morro y no tomarse en serio nada que lleve su nombre. 

26 dic 2005

'Hermanos de sangre'

(The Blood brothers / Chi ma. Chang Cheh. Hong Kong. 1973. 118 minutos) Aunque llevo toda la vida viendo películas de Hong Kong y cine de artes marciales, no ha sido hasta este año cuando he empezado a ver películas de la Shaw Brothers. Al menos de manera consciente, ya que de pequeño no sabía si estaba viendo algo de la Shaw, de la Golden Harvest, de la Seasonal o de la que fuera...

Así, este año me he puesto las pilas y he comprado todas las pelis de esta productora que he podido encontrar: Los Héroes, El trío magnífico, Todos los hombres son hermanos, Hermanos de sangre, Shaolin Invincible y Discípulos de Shaolín. Todas editadas por Manga Films, remasterizadas y, hasta donde yo sé, con el metraje íntegro. Sé que han editado dos títulos más que, de momento, no tengo: Las 36 cámaras de Shaolin y Regreso a Shaolin. En las filmografías que aparecen en los DVDs, anuncian un montón de futuros títulos de la colección "Clásicos de las Artes Marciales", pero que yo sepa no han vuelto a sacar ningún título a la venta.

Centrémonos en Hermanos de sangre, dirigida por el que quizá sea el nombre más importante de la Shaw, jungo a Lau Kar Leung (o Liu Chia-liang): Chang Cheh; y protagonizada por tres de sus actores más carismáticos: David Chiang, Ti Lung y Chen Kuan-tai.

Ambientada en la Dinastía Ching, se centra en el general Ma Hsing I (Ti Lung), quien es asesinado por el que fuera uno de sus hermanos de sangre, Chang Wen Hsiang (David Chiang). Chang es arrestado al principio de la película y llevado ante un juez. Allí el preso (que se ha entregado voluntariamente) escribe su declaración y es a través de sus escritos cómo el espectador conoce su historia y qué le llevó a matar al general.

Con esta estructura, Ni Kuang y Chang Cheh (responsables del guión) consiguen ganar nuestra atención de inmediato, ya que siempre es interesante la figura del "cuentacuentos" para captar la atención del público en las primeras escenas (se me vienen a la cabeza otros dos ejemplos, como el Tiburón de Spielberg o La Niebla de Carpenter). Pero la idea se iría al traste si la historia que nos cuentan no fuera interesante: Chang Wen Hsiang y Huang Chung (Chen Kuan-tai) son dos bandidos que se dedican a asaltar a los que se cruzan en su camino. En cierta ocasión, pretenden atracar a Ma Hsing I, provocando una pelea a tres bandas en la que todos quedan soprendidos por las habilidades de sus adversarios. Cuando Chang decide dejar marchar a Ma, éste les regala el dinero que llevaba encima.

Momentos después, en la casa en la que viven Chang, Huang y su esposa Mi Lan (Ching Li), aparece Ma y convence a sus nuevos amigos para que le ayuden a concretar sus ambiciosos planes. Los tres luchadores se alían para enfrentarse a una banda de la que pronto se hacen líderes. Ya convertidos en hermanos de sangre, Ma comienza a sentirse atraído por Mi Lan. Ésta, harta de la fama de mujeriego de su marido, comienza a encontrar en Ma lo que echa en falta en Huang. Así, viven un conato de relación a escondidas que se ve truncada cuando Ma decide presentarse a las pruebas para entrar a formar parte del ejército Ming, mientras que Chang y Huang se encargan de adiestrar a su propia banda. Cuando Ma ha escalado en su carrera militar, decide convocar a sus "hermanos" y llevarlos con él al ejército. Pero eso también significa reencontrarse con Mi Lan, lo que desembocará en una situación en la que el honor y la amistad quedan sepultadas bajo la traición, el engaño y la violencia.

Hermanos de sangre es una película épica de artes marciales, de eso no cabe duda, pero si me ha gustado más que los otros títulos que he visto de la Shaw Brothers es porque, además de eso, es una historia contada con paciencia y atención al detalle (la utilización de una aguja para el pelo como símbolo del engaño, por ejemplo), en la que las escenas de acción están perfectamente integradas en su argumento, y con unos personajes carismáticos y creíbles a los que vemos evolucionar en la pantalla.

Por otro lado, según he leído, es una de las pocas películas de Chang Cheh en las que se muestra una relación de amor entre un hombre y una mujer, algo que puede parecer convencional para algunos, pero que es una rareza en la cinematografía de un director que se ocupó principalmente de retratar la amistad masculina en todas sus variantes (hay quien ve en su filmografía un fuerte componente homosexual). De este modo, y como sucede en tantas otras historias, el desencadenante de la acción es el amor: la pasión que sienten Ma y Mi Lan mutuamente es la que, junto a la ambición del primero, provoca el enfrentamiento entre tres personajes que habían sido íntimos amigos, hermanos de sangre como dice el título.

Aunque siempre es difícil ver las cosas con objetividad cuando se toca un tema que te apasiona, Hermanos de sangre podría ser fácilmente una de esas pocas películas que puede gustar a cualquier amante del cine, independientemente de sus gustos genéricos. Su clasicismo narrativo, su elegancia formal y la poca abundancia de hemoglobina hacen que sea una película de Kung-fu para todo tipo de públicos (que no es lo mismo que para todos los públicos), precisamente porque su historia es mucho más atractiva y emocionante que la de muchas otras muestras de su género.

Hermanos de sangre es, también, una de las últimas grandes aportaciones del género wuxia antes de que quedara en un segundo plano con el éxito de las películas de Kung-fu contemporáneas (después del éxito de Bruce Lee) y del chop-sockey (las comedias de kung-fu que pusieron de moda Jackie Chan, Samo Hung y Yuen Biao, por ejemplo). Precisamente, otro de los grandes aciertos de esta cinta es que mezcla el género wuxia de caballeros dinásticos con los combates de Kung-fu cuerpo a cuerpo, con una combinación realmente efectiva. Estamos pues ante una obra esencial, una de esas cumbres artísticas que todo género cinematográfico posee y que son las que trascienden a otras audiencias. Los más habituados al cine de Hong Kong podrán ver influencias de Hermanos de sangre en otros grandes títulos como Una bala en la cabeza, de John Woo (otra historia de amistad y traición) o Hero, de Zhang Yimou (en la forma en la que está narrada la cinta, con un personaje declarando ante otro en una situación muy similar).


Publicado originalmente en Natural High. Notas desde el futuro: Como ya ocurría en la reseña publicada sobre La casa de las dagas voladoras, en este post trato de justificar en cierto modo el hecho de considerar una película de artes marciales como una obra maestra, amparándome en su presunta validez para cualquier tipo de espectador. Error. Ahora dudo seriamente de que cualquier persona se acerque a títulos como este si no es un estudioso o un aficionado genuino del cine de hostias. Cualquier aproximación desde un punto de vista puramente cinéfilo o artístico, entendiendo como tal ese acercamiento al cine como Arte que se mide bajo un único criterio y en el que no existen divisiones genéricas o intencionales, me parece una pérdida de tiempo. Hermanos de sangre es una obra maestra por sí misma y tiene sentido como película de artes marciales, sin necesidad de ser comparada con obras de otros géneros o desvirtuada por la opinión de profanos o espectadores vagos. 

21 dic 2005

'The Descent'

(The Descent. Neil Marshall. Reino Unido. 2005. 96 minutos) Recupero en DVD una película que se me escapó en su pase en salas, y de la que había leído buenas críticas.

El argumento es tan simple que se puede resumir en una línea: tras un accidente que marca sus vidas, un grupo de chicas se reune un año después para explorar una cueva inhóspita. Su búsqueda de aventuras a través de la espeleología les llevará a un lugar que jamás hubieran querido conocer...

El planteamiento de esta cinta es muy similar al de otra reciente producción europea de terror, Creep, una serie B que tenía una primera mitad más que decente, con buenas dosis de intriga y claustrofobia, pero que en cuanto aparecía el monstruo se rompía todo encanto (y es que el susodicho daba más risa que miedo, siendo uno de los villanos más patéticos del reciente cine de terror). Pues bien, si en Creep la protagonista se quedaba encerrada en el Metro, aquí tenemos a seis mujeres atrapadas en una cueva de la que aparentemente no hay salida. Y, cuando la situación parece que no da más de sí (después de posibles caídas, accidentes y demás situaciones agónicas), entra en acción una raza de monstruos humanoides, que han desarrollado el mismo sentido que los murciélagos para orientarse en la oscuridad y que chillan como cerdos (literalmente) cuando les hieren.

Siendo sincero, si me hubieran dicho que esta película trata únicamente de unas chicas (por una vez, no son adolescentes) que se quedan encerradas en una cueva, es posible que no le hubiera prestado tanta atención como cuando supe que además de eso serían acosadas por monstruos carnívoros, una especie de gollums sedientos de sangre cuyo hábitat ha sido invadido por las protagonistas. Lo curioso es que, antes de la aparición de estos seres, la cinta ya tenía bastante tensión e interés basándose únicamente en la lucha de las jóvenes por la supervivencia, enfrentándose al entorno, a la crispación y a los riesgos que la espeleología conlleva. En cuanto los monstruos hacen su aparición, la película se convierte en un festival gore que no da mucho de sí, pero que al menos entretiene.

El director (que consiguió cierto prestigio con su anterior Dog Soldiers) consigue agobiarnos al ver cómo las protagonistas se quedan encerradas en un túnel estrecho, cómo tienen que cruzar un precipicio por turnos y con el riesgo de caer al vacío... Y lo hace en gran medida gracias a la iluminación de la película: una vez que entran en la cueva, vemos lo mismo que ellas, sirviéndonos de sus linternas, sus bengalas y sus luces fosforescentes (eso sí, en alguna escena se nota el apoyo de alguna luz de refuerzo, sin la cual no veríamos absolutamente nada). Esto provoca aún más claustrofobia, unido al goteo incesante y al eco que nos proporciona mediante la pista de sonido.

El problema está en que la parte gore y supervivencialista está narrada con planos rápidos y algunos movimientos de cámara inoportunos que, unidos a la falta de luminosidad, nos impiden saber muy bien qué está ocurriendo. Otro aspecto negativo es que durante los primeros 20 ó 30 minutos, la historia carece de cualquier intensidad y el director opta por los sustos fáciles para que no perdamos la atención. Pero, en general, se puede decir que The Descent es una película de miedo aceptable, entretenida y que merece la pena ver si eres un aficionado a la serie B menos ambiciosa. Otra cosa es que, a nivel puramente personal, me parezca una ocasión desaprovechada para jugar con otros miedos en el fondo de la cueva, que no sea recurrir a los típicos freaks por los que la evolución pasó de largo. Pero eso quizá sea pedir peras al olmo.


Publicado originalmente en Natural High. Notas desde el futuro: este es un título cuya valía ha crecido en mi recuerdo, de tal modo que es posible que la tibieza con la que escribí sobre ella no fuera del todo justificada. Considero a Marshall uno de los directores más interesantes del panorama fantástico actual y pronto debería ver la secuela de The Descent que ha dirigido John Harris. 

19 dic 2005

'King Kong'

(King Kong. Peter Jackson. Estados Unidos / Nueva Zelanda. 2005. 187 minutos) Por fin, tras una larga espera y un par de intentos frustrados, Peter Jackson ha podido cumplir su sueño infantil de filmar su propia versión de King Kong.

Por motivos personales tuve que esperar unos días más de los previstos para poder ir al cine a disfrutarla, pero la espera ha merecido la pena. Mientras la pantalla me devoraba (sólo pude conseguir entradas en la fila 7), no dejaba de pensar en lo afortunados que son los que ven esta historia por primera vez, especialmente esos niños que se han podido iniciar en el bello hábito de ir al cine con esta superproducción. Esos pequeños que hayan ido por primera vez al cine a ver esta película se habrán quedado extasiados, y probablemente alguno de ellos sentirá por primera vez el gusanillo del arte cinematográfico, como le pasó al propio peter Jackson cuando vio el King Kong de 1933 en televisión.

En estos momentos, me cuesta pensar en otra figura cinematográfica más poderosa que Peter Jackson, capaz de aunar calidad y comercialidad con éxito y sin perder coherencia con el resto de su obra, siempre con los ojos puestos en su mundo de sueños y, ahora también, en la taquilla. Habiendo visto toda su obra, puedo decir sin reparos que es uno de mis directores favoritos, ya que absolutamente todos sus trabajos me han hechizado: Mal Gusto (alucinante comedia gore rodada a través de los años con sus amigos), Braindead - Tu madre se ha comido a mi perro (otra comedia gore, de las más sangrientas e hilarantes de la historia del cine), El delirante mundo de los Feebles (cinta rodada con marionetas y muy mala leche), Forgotten Silver (ese pequeño gran documental ficticio lleno de magia), Criaturas Celestiales (quizá su mejor película, enternecedora y dura al mismo tiempo), Agárrame esos fantasmas (posiblemente su obra más floja, pero aún así tremendamente divertida e imaginativa) y, por supuesto, la trilogía de El Señor de los Anillos (la saga más importante de las últimas décadas). Por fin, y tras el poder adquirido en la industria después de conseguir 11 Oscar con El retorno del Rey, Jackson ha hecho la película para la que se hizo director.

Ya a mediados de los 90 estuvo a punto de realizarla, pero ninguna productora confió en él. Ahora, con los millones amasados en los últimos años y con el privilegio de tener el final cut en sus proyectos (lo que viene a significar que puede hacer lo que le de la gana con sus películas, cosa que pocos pueden decir), no hay quién le tosa a Peter Jackson.

Seguramente los premios no serán generosos con su King Kong, quizá en taquilla no logré amasar lo mismo que sus tres últimos trabajos... pero el propio Jackson decía en una entrevista que era consciente de haber llegado a lo más alto con la saga tolkieana, y que a partir de ahora es cuando iba a divertirse. Me imagino a Jackson en su sala de proyección en Nueva Zelanda, disfrutando y emociónandose con su King Kong igual que cuando era un niño, con la satisfacción que sólo dan los sueños cumplidos.

A estas alturas, contar el argumento de la película es algo innecesario. Todos la conocemos ya, o casi todos. Antes de ver la película ya sabemos cómo empieza y cómo va a acabar. En ese sentido, no hay ninguna sorpresa. Pero, si bien el clásico de 1933 tiene un encanto inmortal que el tiempo no ha podido arrebatarle, la versión de Peter Jackson nos muestra a un Kong como jamás nos lo han enseñado antes. Tras llegar a un punto que parece imposible de superar (aunque quien sabe qué nos depara el futuro), los efectos visuales han dejado se ser el único atractivo de muchas superproducciones para convertirse en una herramienta más para contar la historia. Y, sobre todo, para hacerla creíble. Y, amigos míos, este Kong es realmente creíble. Casi parece que lo pudieras tocar, a pesar de que hasta su último pelo es virtual. El equipo de WETA ha conseguido crear la criatura infográfica más real que jamás haya visto, y esto es algo sin lo que la historia no funcionaría bien.

Y es que este King Kong es, más que ninguna otra versión, una historia de amor entre una mujer y un animal salvaje. Si, por centrarnos sólo en las versiones más conocidas, Fay Wray se pasaba la película gritando y desmayándose en la versión del 33, y Jessica Lange nos era mostrada como un reclamo puramente sexual en la del 76, la Ann Darrow interpretada por Naomi Watts es la única que se muestra realmente enamorada del gorila gigante. Y el sentimiento es, claro está, recíproco. Además de las sublimes escenas de acción (durante la pelea de Kong contra los tiranosaurios vibraba de pura excitación), lo mejor de esta versión es la relación entre Ann y Kong: vemos como pasan del inicial recelo a tomar poco a poco confianza, hasta que aparece el cariño y posteriormente son capaces de sacrificar su vida el uno por el otro. Aunque suene un poco absurda esta frase, entre ellos hay lo que se llama "química". Sabemos lo que se están diciendo sin que pronuncien palabra, y nos gusta verlos juntos, nos gusta ver cómo King Kong ríe ante las payasadas de Ann, cómo juegan en el lago helado como podrían hacerlo dos adolescentes enamorados... Con esto, Jackson consigue que nos volvamos a emocionar ante un final que nos sabemos de memoria, que lloremos por una criatura que no existe más que en la pantalla... y a eso le llamo yo la verdadera magia del cine.

Luego está la otra película, la de aventuras, la que nos muestra a Jack Driscoll (Adrien Brody), Carl Denham (Jack Black) y compañía luchando contra todo tipo de bestias e insectos gigantes, e intentando rescatar a Ann a toda costa. Lo curioso es que quizá Ann no quiera ser rescatada, pero eso nadie se lo plantea en la película. La historia es tan simple como la de dos enamorados que no necesitan otra cosa que estar juntos, pero a los que el resto del mundo no les dejan ser felices.

Es evidente por mis palabras que el King Kong de Peter Jackson me ha maravillado. Pero eso no me impide reconcer que esta vez se ha pasado con las más de tres horas de metraje. Como era de esperar, los personajes no llegan a Skull Island hasta bien entrados los 60 minutos. O, al menos, esa es la sensación que me dio (tampoco es plan de entrar al cine con el cronómetro en la mano...). Toda esa hora de premilinares, aunque narrada con sentido del humor (Jackson hace referencia directa a Fay Wray y a la versión de la RKO de King Kong), se me antoja algo inútil por momentos, ya que el público lo que realmente quiere ver es al gran Kong y el resto de criaturas que le acompañan en la Isla de la Calavera. Pero eso sí, una vez llegan allí, la acción se dispara y ya no da respiro al espectador. Y, cuando lo hace, es para mostrarnos escenas que realmente aportan algo a la relación entre los personajes.

En cuanto a la labor de dirección de Jackson, decir que sigue en la línea de sus últimos trabajos: especial preocupación por la atmósfera, grandes panorámicas aereas, eficaces escenas de acción y buen ritmo. Como apunte personal, destacar que en las últimas escenas llegué a sentir algo de vértigo en los planos subjetivos de los pilotos de avionetas.

En definitiva, otra de esas películas que estarán en mi estantería cuando salga la edición en DVD.


Publicado originalmente en Natural High. Notas desde el futuro: este es uno de esos casos en los que no me reconozco en mis palabras. Digo al final del artículo que la película pasará a engrosar mi colección de dvd's, pero lo cierto es que no sólo no he comprado ninguna de sus ediciones sino que no he vuelto a verla. Debió pillarme en un momento en el que estaba demasiado enamorado o hacía bastante tiempo que no pisaba un cine, porque no encuentro otra explicación. Además me meto con Agárrame esos fantasmas, lo cual roza lo imperdonable. Este post es lo que pensaba en 2005 sobre Peter Jackson. Para saber lo que pienso ahora, en 2010, pinchen aquí

16 dic 2005

'La novia del cabello blanco'

(The bride with white hair / Bai fa mo nu zhuan. Ronny Yu. Hong Kong. 1993. 89 minutos) En una montaña nevada, el guerrero Cho Yi-Hang (Leslie Cheung) espera pacientemente que crezca una flor que aparece cada dos décadas, y que tiene el poder de dar la juventud eterna, con la que pretende recuperar a su amada Lien (Brigitte Lin). Tras un combate con unos soldados que querían apoderarse de la flor, Cho Yi-Hang comienza a recordar y nos cuenta su historia. Así, conocemos que cuando era pequeño fue salvado del ataque de unos lobos por una hermosa niña (Lien), que luego fue recogido por un soldado vagabundo, y que acabó convirtiéndose en el descendiente más impostante del clan Wu Tang (a los que les guste el Hip Hop les sonará este nombre).

Años después de su primer encuentro infantil, Yi-Hang y Lien se reencuentran, pero esta vez en medio de una feroz batalla. Lien resulta ser la asesina más despiadada de un culto satánico enfrentado a Wu Tang, liderado por un personaje llamado Ji Wushuang con dos personalidades (y dos cuerpos diferentes, unidos como siameses), una masculina (Francis Ng) y otra femenina (Elaine Lui). La atracción es inevitable entre Lien y Yi-Hang, por lo que deciden abandonar las armas y comenzar una nueva vida juntos. Lamentablemente, las circunstancias harán que la bella historia de amor acabe truncada y convertida en un baño de sangre.

Recogiendo el testigo de la saga Una historia china de fantasmas (que Ching Siu Tung inició en 1987), Ronny Yu decidió adaptar una novela que contaba la historia de amor entre un guerrero y una mujer con poderes sobrenaturales. Si bien ésta historia ya fue llevada al cine a principios de los 80 en Wolf Devil Woman, la película de Ronny Yu se convirtió de inmediato en un éxito de culto, provocando una secuela (inferior según quienes la han visto) y todo un elemento icónico del cine de Hong Kong de los 90: Brigitte Lin con su caballera blanca, producto de la ira y la decepción.

Película oscura y de preciosa fotografía (que difícilmente podemos apreciar en la edición española en DVD), La novia del cabello blanco es una de esas obras que a muchos nos parecen joyas y que para otros tantos "sólo es otra más de chinos saltando". Lamentablemente, aún hay muchísima gente para los que cualquier producción que no venga de Hollywood "es cutre", y no son capaces de ver que, además de las acrobacias y las peleas, películas como ésta no son más que historias románticas en las que los protagonistas tienen que luchar para sobrevivir en un entorno hostil. Parece necesario para la cuadriculada mente de algunos (ahora nos imaginamos todos a Mia Wallace haciendo su rectángulo con los dedos en el aire) que para que alguien pueda hacer esos saltos y esas proezas sea un mutante, o alguien de otro planeta o cosas así. Les cuesta aceptar que hay otra forma de contar cuentos fantásticos en los que los protagonistas no tienen que llevar capa roja o lanzar telas de araña.

Pero vayamos a La novia del cabello blanco, que siempre me acabo perdiendo en divagaciones rencorosas contra las mentes cerradas. Como decía hace unos párrafos, es una película oscura, triste, romántica, definitivamente, en su sentido más literario. Si bien comienza con algunas escenas de serena comicidad (cuando Yi-Hang es aún un niño), cuando entran en escena el clan Wu Tang y el culto de Ji Wushuang la narración se vuelve violenta (el primer ataque de Liang es especialmente sangriento) y tétrica, casi terrorífica en algunos instantes (no en vano, hay quien considera esta película como una obra de terror), hasta tal punto que se hace visualmente incómoda para los más sensibles (hay desmembramientos y una escena de humillación hacia Lien realmente dolorosa).

Sin embargo, en el encuentro de los amantes, que hacen el amor apasionadamente bajo una cascada, la historia adquiere un tono esperanzador y mágico (a lo que acompaña siempre la efectiva y adecuada fotografía de Peter Pau) que no tarda en tornarse de nuevo agrio por culpa de un malentendido (de una trampa, más bien) que no desvelaré para no estopear el final a quien no la haya visto aún.

El tono triste, potenciado por la bella partitura de Richard Yuen, llega a su cénit en cada una de las escenas de acción de la película, en las que Ronny Yu aporta su distintivo toque sincopado, y que son especialmente trágicas y para nada gratuitas, ya que siempre aportan algo a la historia, sin llegar a ser nunca un mero fuego de artificio.

El único defecto de este largometraje es que gusta tanto, que se echan de menos unos 30 minutos más de metraje en los que se hubiera podido reflejar mejor la historia de amor entre Yi-Hang y Lien, ya que todo queda demasiado esquemático y el público (o, al menos, yo como público) se queda con ganas de más. Esto es un arma de doble filo: significa que la película es buena pero al mismo tiempo provoca una sensación amarga al ver cómo los acontecimientos se precipitan de manera exorbitante.

Tristemente, y según he leído, el fallecido Leslie Cheung aparece de manera casi anecdótica en la segunda parte, centrándose más en una Lien convertida en una especie de bruja sin sentimientos.


Publicado originalmente en Natural High. Notas desde el futuro: el abuso de los paréntesis y las comillas es un vicio del que me he ido deshaciendo con el paso del tiempo, para bien de todos. Sigo sin haber visto la segunda parte, aunque ya la tengo en dvd, haciendo cola. 

11 dic 2005

'Camarón, la película'

(Camarón, la película. Jaime Chávarri. España. 2005. 115 minutos) Que esta confesión vaya de antemano: jamás en mi vida he escuchado un disco de Camarón. Y no por falta de oportunidades: tengo familiares a los que les encanta y algún amigo gitano que me ha enseñado sus discos. Pero el flamenco o la música gitana en general no es especialmente de mi agrado. De ahí que mi opinión de la película Camarón esté limpia de toda subjetividad (dentro de lo posible, claro) y alejada del fanatismo hacia la figura a la que representa.

Los que me conozcan o los que seáis asiduos lectores de este blog notaréis extraño que me haya acercado a esta película. Razón no os falta, pero una mezcla de lo poco interesante de la cartelera actual, la cinefagia compulsiva, la curiosidad y la recomendación han hecho que acabe viéndola.

El resultado es el siguiente: un biopic de manual. Lo que menos quería que sucediera ha acabado haciéndose realidad; Camarón sigue al pie de la letra las reglas de toda película biográfica que se precie: muestra al personaje de pequeño, una elipsis nos lleva 10 ó 15 años más tarde en el tiempo (es imposible saber en qué año transcurre la película porque el director no se molesta en aclarárnoslo, como si todos fuéramos conocedores de la vida de quien retrata...), somos testigos de su auge y finalmente de su caída. Todo sin sorpresas, con una narración plana y con saltos temporales que más que elipsis parecen agujeros de guión. Así, de un plano a otro Camarón ya está grabando un disco, en otro plano está de gira, en otra escena le vemos siendo padre de un niño, unas escenas más adelante le vemos con una niña cogida en brazos... etc.

Dicen que quien mucho abarca poco aprieta. Eso podría ser lo que le ha pasado al director de esta cinta. Los que, como yo, no conocemos absolutamente nada de la vida de José Monge Cruz (no "Monje", como han escrito en varias publicaciones), Camarón de la Isla, terminamos de ver la película y realmente no hemos saciado nuestra curiosidad hacia el personaje. Intuimos que su vida debió ser más apasionante y apasionada que lo que vemos aquí, que sus devaneos con las drogas o la enfermedad que le llevó a la tumba le afectaron más de lo que aquí se nos muestra. No sabemos de dónde le viene el nombre artístico, y (al menos yo) uno se queda con ganas de saber más sobre sus experimentos con otras músicas. Apenas sabemos nada del personaje de La Chispa (Verónica Sánchez, con menos tiempo en pantalla del que me hubiera gustado), ni de la vida familiar de Camarón. Todo esto está reflejado en la película, pero como retazos hechos a veces con brocha gorda.

Narrativamente tan plana como la espalda de una guitarra, Camarón, la Película hubiera necesitado de alguien con más pasión y garra para contarla. La misma pasión que le pone Óscar Jaenada a su personaje. Este joven actor que parece destinado a comerse el mundo (ojalá que así sea) es capaz de hacer por sí mismo que el visionado de esta cinta merezca la pena. Con su encarnación me ha pasado algo parecido a lo que me ocurrió con Javier Bardem en Mar Adentro: si bien en un principio sólo veía una imitación del personaje real, a medida que transcurría la función ambos se fusionaban hasta hacerse sólo uno, de tal modo que al acabar la película ambos se han quedado en la memoria colectiva como unos perfectos avatares de los personajes reales a los que reviven para el celuloide.

Publicado originalmente en Natural High. Notas desde el futuro: ¿Yo defendiendo la interpretación de Javier Bardem en Mar Adentro? ¡Dios mío! Esto demuestra que todos tenemos nuestros momentos de gilipollez transitoria. La reseña en general es bastante inútil y es sobre una película que probablemente no volveré a ver en la vida. 

9 dic 2005

'Ratas'

(Ratten - sie werden dich kriegen!. Jörg Lühdorff. Alemania / República Checa. 2001. 98 minutos) Esta semana hemos asistido a las primeras sesiones de cine que el canal Cuatro nos ha ofrecido. Las elegidas han sido tres películas con las que nadie pretendería hacer historia: la simpática Aracnofobia, la sosa Su distinguida señoría con Eddie Murphy y ésta Ratas que nos ocupa.

Pensando que igual se trataba de la reciente cinta dirigida por Tibor Takacs (de quien siempre recordaré con cariño La Puerta - The Gate, de 1987), decidí esta tarde echarle un vistazo a esas Ratas. Cuál ha sido mi (decepcionante) sorpresa cuando me he topado con una cinta distinta, una tv-movie alemana de factura más o menos correcta a nivel técnico, pero demasiado sosa como para seguir en la memoria cuando me levante mañana por la mañana (de ahí que me haya apresurado a escribir este post).

Me cuesta horrores decir que una película es mala, porque soy consciente del trabajo que acarrean y de que de casi todas se puede sacar algo interesante. No obstante, Ratas es una de esas cintas que cualquiera con un apego superficial al arte cinematográfico calificaría como, simplemente, "mala".

La acción nos sitúa en Frankfurt, donde la alcaldesa ha decidido (en pleno verano) prescindir de los encargados de la limpieza para ahorrar dinero (¡!). Esto provoca un caos "basuril" en las calles que hace que las ratas salgan a la superficie (lógico) y ataquen a todo lo que se le cruce por delante.

Un inspector de incendios comete un error en su trabajo y acaba trabajando como exterminador de ratas, junto con un grupo de personajes que se introducen en las alcantarillas armados con lanzallamas y sistemas de comunicación inalámbrica (que han visto demasiadas veces Aliens, para entendernos). También tenemos a una doctora cuya hija ha sido atacada por las ratas, y que da vueltas por la ciudad buscando a la única persona que puede generar un antídoto. Lógicamente, todo acaba bien (se salva hasta el perro...) y todo vuelve a su normalidad. Pero queda una rata viva para dar pie a la segunda parte (que, por increíble que parezca, se produjo).

Con esta base, la cinta podría haber sido una serie b entretenida de terror. Pero no. El director opta por hacer una película más cercana al cine catastrofista que otra cosa, sin terror apenas, sin gore, sin emociones fuertes y con algo de acción para que el público no se duerma. Por cierto, las escenas de acción (y muchas de las situaciones de la película) son totalmente inverosímiles. Los que la hayan visto sabrán a qué me refiero: ¿cómo es posible que atropellen al jefe de los exterminadores, en una calle iluminada y con varios personajes delante que deberían haber hecho que el conductor se diera cuenta metros atrás de su presencia? ¿Por qué la gente de la calle parecen fantasmas que no se preocupan por la situación de suciedad? ¿Cómo es posible que un mandatario consienta esta situación para ahorrar dinero, y en cambio no tiene reparos en dar un banquete en una ópera? ¿Por qué la doctora tiene un accidente de coche contra un camión del ejército y, en vez de pedirles ayuda, decide andar kilómetros con un enfermo a cuestas para llegar a un hospital? ¿Cómo es que el ejército no se preocupa del accidente y le dejan marchar como sin nada?... Por no hablar de los exterminadores, que parecen más interesados en volar algo por los aires a toda costa que en librarse de la epidemia en sí... En fin, que es imposible buscarle coherencia. Lo único que ha merecido la pena de la cinta ha sido ver el trabajo de las ratas (que, por una vez, no son digitales ni animatrónicas). Posiblemente sean lo único creíble de todo el conjunto.

Por cierto, veo que Cuatro a la hora de emitir películas se ha acercado más al modelo de Tele 5 o Antena 3 que a lo que era Canal Plus: cortes publicitarios, rótulos promocionales sobreimpresionados en la película y los títulos de crédito finales cortados...

Publicado originalmente en Natural High. Notas desde el futuro: esto era criticar por criticar, sacarme de la manga un post sobre una mierda que acababa de ver en televisión y poder actualizar el blog con ALGO. Afortunadamente he abandonado esa práctica y ya no publico críticas de cualquier cosa que vea. Ahora soy de los que piensan que cada post cuenta. Oh, si no hay trailer es porque no lo he encontrado. 

'Green Dragon'

(Green Dragon. Timothy Linh Bui. Estados Unidos. 2001. 113 minutos) Cuando leí por primera vez la noticia sobre el rodaje de esta película, pensé de manera ignorante que sería una cinta de acción. Con un título como Green Dragon, un director con nombre oriental y la presencia de Patrick Swayze y Forest Whitaker en el reparto, eso me parecía la opción más fácil. Sin embargo, nada más lejos de la realidad: Timothy Linh Bui y Tony Bui fueron los responsables de Tres Estaciones, película que triunfó en el Festival de Sundance en 1999. De origen vietnamita, estos creadores lograron después con Green Dragon hablar sober sus raíces, reflexionar sobre sus orígenes y regalarnos una pequeña pero agradable película que, lamentablemente, ha pasado bastante desapercibida por medio mundo.

Ambientada en 1975, en el campamento militar Pendelton (en California), donde van a parar los refugiados vietnamitas que están huyendo de la guerra, la película obvia toda referencia visual al conflicto bélico para centrarse en el día a día de los refugiados. Es una historia coral en la que no hay un protagonista único, sino una serie de personajes que nos cuentan la historia con sus vivencias y sentimientos cotidianos.

En un principio la narración se centra en dos hermanos (chico y chica) que han llegado al campamento junto con su tío, Tai Tran (Don Duong). Los pequeños esperan la llegada de su madre, que tuvieron que dejar atrás cuando abandonaron Vietnam. Por su parte, Tai Tran entabla relación con el sargento Jim Lance (Patrick Swayze), un hombre de buen corazón que intenta hacer la vida más llevadera a los refugiados, y que invita a Tai Tran a ser su mediador con los vietnamitas. También tenemos otra línea narrativa paralela, en la que uno de los dos hermanos, el pequeño Minh (Trung Nguyen), entabla una relación de amistad con el cocinero de la base, el bonachón y taciturno Addie (Forest Whitaker).

Si no me equivoco, Patrick Swayze y Forest Whitaker no coinciden en ningún plano de la película, y el personaje del cocinero Addie es casi un fantasma. Prácticamente no habla con nadie, encerrándose en la parte trasera de la cocina, donde está dibujando un mural presidido por un gran dragón verde con el que soñaba de pequeño, y que esperaba que le sacara de su realidad y le llevara a un mundo perfecto muy diferente al que conoció. Su relación de amistad y admiración mutua con Minh es realmente enternecedora, además de estar coronada por una conclusión nada agradable pero que el director sabe mostrar sin caer en la lágrima fácil. Sin duda, Forest Whitaker es uno de esos actores que caen bien de inmediato, y eso ayuda mucho a sus papeles.

En cuanto a Patrick Swayze, es agradable ver cómo un actor al que siempre he respetado continúa su carrera lejos de Hollywood participando en proyectos tan estimulantes como ésta Green Dragon, Donnie Darko u 11:14. Lejos de su etapa de héroe de acción o sex symbol, está madurando como un actor dramático más que interesante.

Sobre Don Duong y el resto del reparto vietnamita, señalar la agradable sorpresa que ha supuesto conocerlos gracias a esta película, ya que su credibilidad y la pasión que dan a sus personajes está fuera de toda duda.

Timothy Linh Bui nos muestra la convivencia y los conflictos entre los refugiados, sus relaciones amorosas, sus sueños de una nueva oportunidad en un nuevo país, los problemas que arrastran del pasado... Todo con sobriedad y elegancia, sin efectismos ni artificios.

Mención especial para la partitura compuesta por los hermanos Danna, que acompaña perfectamente a las imágenes y potencia el tempo lento, atento al detalle y a los sentimientos, que el director pretende dar a su obra.

Lo único que se puede echar en cara a Green Dragon es la repetición de situaciones (lógica al movernos en un único escenario), la falta de peso de algunos personajes (sobre todo la niña pequeña, que aparece y desaparece de escena sin ninguna explicación), y que su sobriedad pueda ser entendida por algunos como frialdad.

Un servidor tiene que reconocer que, a pesar de sus pequeños defectos, se emocionó en varios momentos del metraje. Y eso, para mí, ya justifica ver una película.


Publicado originalmente en Natural High. Notas desde el futuro: tristemente, Patrick Swayze no tuvo la oportunidad de desarrollar esa interesante segunda carrera que estaba labrándose gracias a títulos tan estimables como este. Sigo recordando Green Dragon como uno de los trabajos más interesantes de su última etapa. 

6 dic 2005

'Saw II'

(Saw II. Darren Lynn Bousman. Estados Unidos. 2005. 93 minutos) Hace poco más de un año los fans del terror y la Serie B gozamos de lo lindo cuando en nuestras pantallas apareció Saw, una de esas películas básicas para el género al que pertenecen y que consiguen crear nuevos fans. Fue tal el éxito de público y crítica de esa pequeña producción y de la secuela que nos ocupa, que ya se prepara toda una serie de continuaciones que, esperemos, no acaben desvirtuando la calidad de estas dos primeras entregas.

Leigh Whannell deja la silla de director (aunque sigue en el guión) a favor del jovencísimo Darren Lynn Bousman, quien comete algún fallo como dejar que se vea el reflejo del equipo técnico sobre una furgoneta, pero que al menos, sobre todo a través del montaje y su enfática banda sonora, es capaz de dar tensión y ritmo al relato.

Si en la anterior entrega teníamos a dos personajes encerrados en una habitación, ahora tenemos a nueve atrapados en una casa llena de trampas. Es decir, que sigue la norma de las secuelas de coger lo que funcionó en la anterior y multiplicarlo. Como sucedía en la anterior, esos personajes "enjaulados" tienen algo en común que desconocen y que tendrán que averiguar como parte del macabro juego al que les somete Jigsaw (o Puzzle). La sorpresa está en que uno de los involuntarios jugadores es un personaje rescatado de la primera parte, concretamente la única que sobrevivió al desafío de Puzzle (Tobin Bell), Amanda (Shawnee Smith).

Otra que vuelve es la policía Kerry (interpretada por Dina Meyer), esta vez con un poco más de protagonismo, pero dejándole el mayor peso a Donnie Wahlberg, que interpreta a Eric Matthews. Permítanme un inciso: Donnie Wahlberg, además de hermano mayor de Mark Wahlberg, era el actor que se suicidaba en los primeros cinco minutos de El Sexto Sentido. Pero los que tenemos ya veintitantos años le recordamos también por ser uno de los cinco miembros de los New Kids on the Block, un grupo musical que fue todo un fenómeno a finales de los 80 y principios de los 90. Es curioso verle aquí como un actor adulto y haciendo un personaje atormentado, cuando en la mente todavía le tenemos bailando coreografías imposibles y rapeando encima de un escenario.

Volvamos a Saw II, que es lo que nos interesa. Esta es una de esas cintas que se sustentan en las escenas de impacto y en las sorpresas diseminadas a lo largo del metraje. Por lo tanto, es mejor contar poco sobre ellas y dejar que el espectador las descubra por sí mismo. Lo que sí os digo es que las pruebas a las que Puzzle somete a sus víctimas os provocarán más de un escalofrío nervioso. La cinta reta constantemente al mismo tiempo al espectador, impidiéndole que se relaje en ningún momento. El silencio sepulcral que había en el cine donde vi la película es buena prueba de ello: el público estaba tan concentrado en los macabros juegos que salían del proyector, que sólo se escuchaba algún susurro suelto al final de cada secuencia de impacto.

Como suele ocurrir en casi todos los largometrajes en los que un grupo de personajes queda encerrado en un recinto bajo cualquier amenaza, Saw II también se dedica a constatar la inoperancia de los seres humanos cuando se trata de enfrentarse a algún peligro en grupo: no sólo no se ayudan, sino que se crean hostilidades entre ellos, hasta tal punto que Puzzle no tiene que matar a nadie porque ya se ocupan ellos de hacerle el trabajo sucio.

Si queréis pasar hora y media de tensión sentados plácidamente en una butaca, esta es una buena oportunidad para ello. No llega al nivel de truculencia de la primera parte (a pesar de ser visualmente más sangrienta), pero es una buena continuación que no decepciona. Lógicamente, falta la capacidad de fascinación que poseía la anterior, pero es también una buena oportunidad para conocer más de ese enigmático personaje que es Jigsaw.


Publicado originalmente en Natural High. Notas desde el futuro: cuando escribía esto dudaba seriamente de que se cumpliera el plan de llegar a las siete partes. Lo que no se concretó fue la intención de que cada parte fuera filmada por un director especializado en terror de distintas partes del planeta. Hubiera sido interesante ver si esto llevaba la saga hacia otros derroteros o si Jigsaw se convertiría en el James Bond del terror: distintos directores, mismos resultados. 

1 dic 2005

'La noche del terror ciego'

(La noche del terror ciego. Amando de Ossorio. España / Portugal. 1971. 97 minutos) He aquí uno de esos casos en los que las expectativas y el culto alrededor de una película puede jugar en su contra.

La noche del Terror Ciego es, como muchos de vosotros sabréis, el inicio de la que seguramente sea la única saga terrorífica que el cine español ha regalado al mundo (si exceptuamos la larga serie de cintas en las que Paul Naschy interpretaba a un licántropo). Basada en la leyenda de los caballeros Templarios y, sobre todo, en El monte de las ánimas de Gustavo Adolfo Becquer, Ossorio construyó una historia en la que logró mezclar con más suerte que eficacia la mitología gallega (en ocasiones te hace pensar en la Santa Compaña), elementos de los gialli italianos (la escena de la fábrica de maniquíes, adornada por una intermitente luz roja) y el entonces recién inaugurado concepto de zombi antropófago y de contagio vírico (vamos, que se podría interpretar como una versión propia de La noche de los muertos vivientes).

Si bien la visión de esta primera parte de la tetralogía ha sido algo decepcionante para mí, lo que no le puedo negar a Ossorio es la capacidad para crear de entre la amalgama de referencias unos personajes ya míticos,  que suponen en sí mismos el mayor acierto de la película y del éxito de la saga en todo el planeta, debido a su exotismo con respecto a otros muertos vivientes. El avance lento y quejoso de estos caballeros caídos, repudiados de la Iglesia Católica por sus ritos satánicos (en la versión de la historia que nos cuenta la película, claro), sus paseos hípicos a cámara lenta, la terrorífica marcha militar del más allá que les acompaña... hacen que cada una de las apariciones de los Caballeros de Oriente consigan hipnotizarnos y causarnos, como mínimo, inquietud y desasosiego.

Entonces, ¿dónde está la trampa? ¿Por qué me ha decepcionado? Pues la respuesta es tan simple como que la trama es insustancial y, para colmo, está narrada de manera lenta y algo torpe (un adjetivo que siempre ha acompañó al ya fallecido Ossorio, lamentablemente no sin razón). Tras unos títulos de crédito bastante logrados en su simpleza (impresionados sobre imágenes de ruinas medievales), la historia nos lleva a un escenario típico del cine español de los años 70: una piscina llena de chicas en bikini. Allí se reencuentran dos viejas amigas, Betty y Virginia, que, por lo que vemos en un flashback, compartieron algo más que simples confidencias en sus días de internado. Luego aparece el protagonista masculino, Roger. Éste, el típico machito ibérico de la época a pesar de su nombre algosajón, es amigo de Virginia (que está enamorada de él, aunque no lo reconozca), con la que prepara un fin de semana de vacaciones a Portugal. Al sentirse atraído por Betty, le invita al viaje. El pobre Roger es tan dependiente de sus hormonas que, en pleno tren y delante de Virginia, no se le ocurre otra cosa que flirtear con Betty. La humillada Virginia salta del tren en marcha y se pierde en el bosque, hasta que llega a un abandonado pueblo medieval. Ahora tenemos que recordar que estamos en los 70, en un país regido por una dictadura y en una sociedad fuertemente religiosa. Digo esto porque la escena que sigue es sintomática no sólo del género de terror en sí, sino también del contexto en que se filmó la cinta: Virginia entra en el pueblo abandonado, hace una hoguera, se pone a fumar, se desviste (¡cáspita, no lleva bragas!), se pone un pijama, se mete en un saco de dormir y comienza a leer un libro mientras en una radio suena música jazz. Vamos, que en unos minutos la muchacha ha atentado contra la moral cristiana y las reglas cívicas de la época y, por eso, "merece" morir (un apunte para los malpensados: estoy hablando irónicamente, por supuesto). En efecto, tal osadía tiene su respuesta: las tumbas de los caballeros muertos se abren, despiertan de su letargo, acosan a la joven y, finalmente, la matan a mordiscos. Sólo para contar esto (que en cualquier película podría ser un simple prólogo) Ossorio emplea más de 35 minutos. Y este es el gran lastre de la cinta: lo mucho que Ossorio alarga las escenas innecesariamente. Si bien es verdad que con ello logra crear atmósfera (ayudan mucho los escenarios naturales portugueses en los que la cinta está rodada), también es cierto que ese ritmo lento y moroso juega en contra de la calidad de este largometraje que, de haber tenido un ritmo más ágil y un mayor número de escenas de terror (apenas hay 3 ó 4), estaríamos hablando no sólo de un film de culto, sino también de un verdadero clásico en potencia.

Lo que sigue argumentalmente es Betty y Roger buscando a Virginia, y enfrentandose finalmente (junto a dos personajes secundarios) a los Templarios en el pueblo medieval. En medio, una escena que parece sacada de otra película y que no desvelaré para no estropear la sorpresa. Sólo destacar que no tiene nada que ver con el resto de la filmografía de los Templarios (o, al menos, con las otras dos entregas que he visto de la saga) y que se acerca más al tono de cualquiera de las cintas sobre zombis de Lucio Fulci.

Extrañamente, y a pesar de lo malo que se puede decir de ella, La noche del terror ciego es una película que merece la pena ver, eso sin duda. Dentro de sus parámetros es original y, a pesar de su tempo aletargado, no es del todo aburrida. Se puede decir que es una obra fallida, pero harto interesante y hasta obligatoria para los historiadores del cine de culto o los cinéfagos más recalcitrantes.

Quizá en otra ocasión hable de sus secuelas: El ataque de los muertos sin ojos (1973), El buque maldito (1974) y La noche de las gaviotas (1975). El bueno de Ossorio (uno de esos artesanos del cine comercial hispano que hay que reivindicar) encontró su particular mina de oro con los Templarios.



Publicado originalmente en Natural High. Notas desde el futuro: Este post me puso en el punto de mira de Mario Vírico cuando ejecutaba su Plan 9 bajo el nick de Starman. Él dice que no lo recuerda, pero yo sí. Pero no hubo pelea, sino que nos hicimos amigos. Decía que no le gustaba la reseña porque en ella hablaba de cómo tendría que ser la película y no sobre como era en realidad, lo cual puede ser cierto, pero no es un modo poco común de ejercitar la crítica, precisamente. De cualquier modo, sigo pensando que a La noche del terror ciego le sobran minutos y morosidad, pero aún así es una película a la que amar por encima del bien y del mal. Finalmente no hablé de la saga, aunque no lo descarto. ¿Mi favorita? El ataque de los muertos sin ojos