(The bride with white hair / Bai fa mo nu zhuan. Ronny Yu. Hong Kong. 1993. 89 minutos) En una montaña nevada, el guerrero Cho Yi-Hang (Leslie Cheung) espera pacientemente que crezca una flor que aparece cada dos décadas, y que tiene el poder de dar la juventud eterna, con la que pretende recuperar a su amada Lien (Brigitte Lin). Tras un combate con unos soldados que querían apoderarse de la flor, Cho Yi-Hang comienza a recordar y nos cuenta su historia. Así, conocemos que cuando era pequeño fue salvado del ataque de unos lobos por una hermosa niña (Lien), que luego fue recogido por un soldado vagabundo, y que acabó convirtiéndose en el descendiente más impostante del clan Wu Tang (a los que les guste el Hip Hop les sonará este nombre).
Años después de su primer encuentro infantil, Yi-Hang y Lien se reencuentran, pero esta vez en medio de una feroz batalla. Lien resulta ser la asesina más despiadada de un culto satánico enfrentado a Wu Tang, liderado por un personaje llamado Ji Wushuang con dos personalidades (y dos cuerpos diferentes, unidos como siameses), una masculina (Francis Ng) y otra femenina (Elaine Lui). La atracción es inevitable entre Lien y Yi-Hang, por lo que deciden abandonar las armas y comenzar una nueva vida juntos. Lamentablemente, las circunstancias harán que la bella historia de amor acabe truncada y convertida en un baño de sangre.
Recogiendo el testigo de la saga Una historia china de fantasmas (que Ching Siu Tung inició en 1987), Ronny Yu decidió adaptar una novela que contaba la historia de amor entre un guerrero y una mujer con poderes sobrenaturales. Si bien ésta historia ya fue llevada al cine a principios de los 80 en Wolf Devil Woman, la película de Ronny Yu se convirtió de inmediato en un éxito de culto, provocando una secuela (inferior según quienes la han visto) y todo un elemento icónico del cine de Hong Kong de los 90: Brigitte Lin con su caballera blanca, producto de la ira y la decepción.
Película oscura y de preciosa fotografía (que difícilmente podemos apreciar en la edición española en DVD), La novia del cabello blanco es una de esas obras que a muchos nos parecen joyas y que para otros tantos "sólo es otra más de chinos saltando". Lamentablemente, aún hay muchísima gente para los que cualquier producción que no venga de Hollywood "es cutre", y no son capaces de ver que, además de las acrobacias y las peleas, películas como ésta no son más que historias románticas en las que los protagonistas tienen que luchar para sobrevivir en un entorno hostil. Parece necesario para la cuadriculada mente de algunos (ahora nos imaginamos todos a Mia Wallace haciendo su rectángulo con los dedos en el aire) que para que alguien pueda hacer esos saltos y esas proezas sea un mutante, o alguien de otro planeta o cosas así. Les cuesta aceptar que hay otra forma de contar cuentos fantásticos en los que los protagonistas no tienen que llevar capa roja o lanzar telas de araña.
Pero vayamos a La novia del cabello blanco, que siempre me acabo perdiendo en divagaciones rencorosas contra las mentes cerradas. Como decía hace unos párrafos, es una película oscura, triste, romántica, definitivamente, en su sentido más literario. Si bien comienza con algunas escenas de serena comicidad (cuando Yi-Hang es aún un niño), cuando entran en escena el clan Wu Tang y el culto de Ji Wushuang la narración se vuelve violenta (el primer ataque de Liang es especialmente sangriento) y tétrica, casi terrorífica en algunos instantes (no en vano, hay quien considera esta película como una obra de terror), hasta tal punto que se hace visualmente incómoda para los más sensibles (hay desmembramientos y una escena de humillación hacia Lien realmente dolorosa).
Sin embargo, en el encuentro de los amantes, que hacen el amor apasionadamente bajo una cascada, la historia adquiere un tono esperanzador y mágico (a lo que acompaña siempre la efectiva y adecuada fotografía de Peter Pau) que no tarda en tornarse de nuevo agrio por culpa de un malentendido (de una trampa, más bien) que no desvelaré para no estopear el final a quien no la haya visto aún.
El tono triste, potenciado por la bella partitura de Richard Yuen, llega a su cénit en cada una de las escenas de acción de la película, en las que Ronny Yu aporta su distintivo toque sincopado, y que son especialmente trágicas y para nada gratuitas, ya que siempre aportan algo a la historia, sin llegar a ser nunca un mero fuego de artificio.
El único defecto de este largometraje es que gusta tanto, que se echan de menos unos 30 minutos más de metraje en los que se hubiera podido reflejar mejor la historia de amor entre Yi-Hang y Lien, ya que todo queda demasiado esquemático y el público (o, al menos, yo como público) se queda con ganas de más. Esto es un arma de doble filo: significa que la película es buena pero al mismo tiempo provoca una sensación amarga al ver cómo los acontecimientos se precipitan de manera exorbitante.
Tristemente, y según he leído, el fallecido Leslie Cheung aparece de manera casi anecdótica en la segunda parte, centrándose más en una Lien convertida en una especie de bruja sin sentimientos.
Publicado originalmente en Natural High. Notas desde el futuro: el abuso de los paréntesis y las comillas es un vicio del que me he ido deshaciendo con el paso del tiempo, para bien de todos. Sigo sin haber visto la segunda parte, aunque ya la tengo en dvd, haciendo cola.
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