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27 mar 2012

'Black Dynamite'

(Black Dynamite. Scott Sanders. Estados Unidos. 2009. 84 minutos) El género Blaxploitation, aquel surgido en Estados Unidos durante la década de 1970 a mayor gloria de protagonistas (y espectadores) afroamericanos, ya había sido parodiado en varias ocasiones antes de este Black Dynamite. Por poner dos ejemplos, ahí tienen Sobredosis de oro (I'm gonna git you sucka. Keenen Ivory Wayans, 1988), por la que se paseaban los mismísimos Jim Brown e Isaac Hayes, o la más reciente Undercover Brother (Malcolm D. Lee, 2002), algo así como una versión afro de Austin Powers protagonizada por Eddie Griffin y con cameo de James Brown. Sin embargo, ninguna de ellas llegaba a los niveles que alcanza la película que nos ocupa, auténtica maravilla que todavía espera estreno en España y que debería ser considerada como una de las obras maestras de las spoof movies, a la altura de clásicos como Top Secret (Top Secret!. Jim Abrahams, David Zucker, Jerry Zucker, 1984), Agárralo como puedas (The Naked Gun: From the Files of Police Squad!. David Zucker, 1988) o Hot Shots 2 (Hot Shots! Part deux. Jim Abrahams, 1993). Basada en una historia ideada por los propios protagonistas, Michael Jai White y Byron Minns, relata la cruzada del ex-agente de la CIA Black Dynamite en busca de la venganza por la muerte de su hermano, para lo cual se aliará con un grupo de camellos y proxenetas y llegará hasta las más altas esferas de Washington para encontrar al hombre (blanco) detrás de toda una trama para acabar con la raza negra.  

LO MEJOR: Que cuando parece que no puede ir a más, la
película se supera a sí misma.
LO PEOR: Que no se haya estrenado en España.
Habría que ser un experto en Blaxploitation para reconocer todos los guiños que Black Dynamite hace a clásicos del género (y si no lo son, aquí tienen una guía), pero basta con ser un espectador abierto de miras y con sentido del humor para dejarse arrollar por el torrente de estímulos cómicos que la película arroja sin cesar ante nuestros ojos. Todo lo que asocian a este tipo de cine está aquí: un protagonista chulo como él solo; bigotes, patillas y pelos a lo afro sin ningún rubor; féminas de buen ver que caen rendidas a los encantos del héroe (Black Dynamite es capaz de hacer el amor a tres chicas a la vez, cada una de una raza distinta); alianzas con delincuentes para hacer el bien; persecuciones con coches más grandes que la vida; pistolas con cañones de medio metro de largo; peleas de Karate y Kung-Fu a lo Jim Kelly; una banda sonora extraordinaria; y, finalmente, la figura del poder blanco como el enemigo más poderoso (aquí llevándolo al paroxismo cuando se nos descubre quién es el verdadero villano de la película). Todo ello mostrado desde un punto de vista reverencial y, al mismo tiempo, paródico, con un montaje voluntariamente abrupto y chistes a costa de la precariedad de medios (y, a veces, simple torpeza técnica) con la que se enfrentaban en ocasiones los cineastas que abordaban este género (tronchante es el momento en el que Michael Jai White sigue recitando sus líneas con toda la seriedad del mundo mientras ve cómo un micrófono se le viene encima). Ahora vendría el momento de hablar sobre lo malo, pero resulta que esta vez no hay nada que destacar en la parte negativa. Black Dynamite es todo lo buena que podría ser y cada uno de sus ochenta y pocos minutos se disfrutan al máximo, especialmente si uno conoce bien los códigos del cine de acción y es receptivo a que se mofen de ellos, llevándolos al extremo si hace falta, para construir una comedia perfecta que deja con ganas de más y que nos obliga a mover los pies y a ejercitar la sana carcajada. ♪Dynamite... Dynamite

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