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13 mar 2012

'War Horse (Caballo de batalla)'

(War Horse. Steven Spielberg. Estados Unidos. 2011. 146 minutos) Adaptación de una novela de Michael Morpurgo, War Horse es la película perfecta para que los detractores de Steven Spielberg se reafirmen en su odio hacia el director norteamericano. Incluso se puede decir que la cinta se lo pone tan fácil a estos que casi parece una provocación hacia ellos: Spielberg hace gala aquí de todos esos tics que tanto les gusta enumerar a los que le odian, como es el abuso del sentimentalismo más rancio, los personajes unidimensionales, la búsqueda de planos que tengan valor artísticos por sí mismos (aunque la fotografía de Janusz Kaminski tenga que perder la continuidad por el camino), la sobreutilización de la música de John Williams para llegar al corazón del espectador, el exceso de duración para dar al público la sensación de que está ante una película importante... y, por encima de todo, una obsesión casi malsana por pretender equipararse a los cineastas clásicos de Hollywood, por intentar filmar lo que ellos habrían filmado de haber podido contar con los medios económicos y tecnológicos actuales. Y War Horse podría interpretarse como un fracaso de no ser porque es justo lo que Spielberg quería que fuera, dejando muy claro que él sigue a lo suyo y que lo que opinen los demás está de más

LO MEJOR: La apabullante realización de Spielberg.
LO PEOR: Ciertos (e inevitables) excesos de azúcar.
Lo que deberían reconocer todos los que no comulgan con la forma en la que Spielberg concibe el cine y, por extensión, el mundo (maniquea e idealista... aunque un análisis en profundidad de su obra serviría para desmontar algunos tópicos en torno a esto), es que el tipo sabe contar historias y además hacerlo (casi siempre) muy bien, involucrando al espectador, llevándole a su terreno y manipulando sus sentidos para hacerle partícipe de historias que aspiran a ser más grandes que la vida misma. War Horse es un ejercicio de nostalgia tan legítimo como puede serlo cualquiera de los que realiza Quentin Tarantino, por mucho que disten en sus referentes y en sus intenciones, pero con el hándicap de poner sus ojos sobre un cine pasado de moda, que el público ha olvidado o desconoce y que para la crítica no es tan apreciable como para derretir sus defensas de un modo tan contundente como ha conseguido The Artist (Michel Hazanavicius, 2011). Y es una verdadera lástima que la reacción general hacia War Horse no haya sido más entusiasta, porque se trata de un título que, además de tener una factura técnica y artística impecable, es capaz de narrar una historia realmente conmovedora (y menos tendente a la lágrima fácil de lo que podría parecer) que reflexiona sobre la absurdidad de la guerra y sobre la necesidad del entendimiento entre las personas (entre naciones, entre habitantes de un mismo pueblo, entre miembros de una familia...) para la resolución a todos los conflictos. Que a veces se le vaya la mano a Spielberg con el azúcar es un mal menor, porque, en un tiempo de crisis y depresión, War Horse es un dulce bálsamo para nuestros órganos sensitivos y, por tanto, una película necesaria.

1 comentario:

kachenaebaugh dijo...

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